Buscando a las musas,
Me encontré con
moscas,
Ellas se revolcaban
en su inmundicia,
se posaban en mi
cuerpo pasmado
¡eran tantas!,
¡eran tan
inevitables!,
eran moscas,
moscas supliendo a
musas.
¿Dónde están, mis
bellas musas?
¿Dónde estás Erato,
hermosa Clío?.
En otra ocasión fui a
nadar,
pero me convencí,
ya no era propicio
buscar a las sirenas,
además, ya nada había
de ellas,
solo un abismos y la
facilidad de una hipotermia.
Sólo moscas, sólo
abismos,
Sólo aquello.
Vida.
No quiero vida
eterna,
no pretendo ser
inmortal.
En mi ausencia,
cuando ya no esté,
quiero gente
llorando,
quiero gente que me
recuerde,
gente que me extrañe,
gente que no diga que
todo lo hice bien,
más bien que diga que
viví.
El mayor orgullo es
haber vivido,
es haber roído
nuestros efímeros huesos.
Convoca:.
Él llevaba colgado el
cartel de su asunto,
asunto muy
importante.
Ellos lo apuntaban,
Le hacían reclamo por
su honestidad,
por sobre la
naturalidad con la que llevaba su cartel.
Aquel, el cartel, sí,
era un error.
¡¿Quién carga un
cartel con su asunto?!
Honestidad, fue eso
lo que mató a Sócrates,
is not necessary.
Entremedios y
comparaciones.
Vacíos espacios,
espacios infértiles,
infértiles como
entrepiernas,
entrepiernas gastadas
y desilusionadas,
están pidiendo
auxilio,
pidiendo eutanasia.
Cansados de la
inconstancia,
Lúgubres,
como las noches en un
lecho de monja,
como intercambios de
dinero,
como el sexo de los
púberes,
atolondrado.
La Sola.
La soledad,
aunque ya asumida
y un tanto superada,
siempre me evoca
ciertas suspicacias.
Ese frío sentimiento
que a veces es
llanto,
que a veces es
hambre,
que a veces es yo,
chocando con mi yo
que se autodescubre
libre.
Quizás ya admití,
ya di el paso para no
querer cambiar
mi condición.
Debo conservarla
y desplegarla,
mejorarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario