26 mar 2013

Aquello que hallaba


Buscando a las musas,
Me encontré con moscas,
Ellas se revolcaban en su inmundicia,
se posaban en mi cuerpo pasmado
¡eran tantas!,
¡eran tan inevitables!,
eran moscas,
moscas supliendo a musas.

¿Dónde están, mis bellas musas?
¿Dónde estás Erato, hermosa Clío?.

En otra ocasión fui a nadar,
pero me convencí,
ya no era propicio buscar a las sirenas,
además, ya nada había de ellas,
solo un abismos y la facilidad de una hipotermia.

Sólo moscas, sólo abismos,
Sólo aquello. 

Vida.
No quiero vida eterna,
no pretendo ser inmortal.

En mi ausencia,
cuando ya no esté,
quiero gente llorando,
quiero gente que me recuerde,
gente que me extrañe,
gente que no diga que todo lo hice bien,
más bien que diga que viví.

El mayor orgullo es haber vivido,
es haber roído nuestros efímeros huesos.
  
Convoca:.
Él llevaba colgado el cartel de su asunto,
asunto muy importante.

Ellos lo apuntaban,
Le hacían reclamo por su honestidad,
por sobre la naturalidad con la que llevaba su cartel.

Aquel, el cartel, sí,
era un error.

¡¿Quién carga un cartel con su asunto?!

Honestidad, fue eso lo que mató a Sócrates,
is not necessary.

Entremedios y comparaciones.
Vacíos espacios,
espacios infértiles,
infértiles como entrepiernas,
entrepiernas gastadas y desilusionadas,
están pidiendo auxilio,
pidiendo eutanasia.

Cansados de la inconstancia,
Lúgubres,
como las noches en un lecho de monja,
como intercambios de dinero,
como el sexo de los púberes,
atolondrado.

  
La Sola.
La soledad,
aunque ya asumida
y un tanto superada,
siempre me evoca ciertas suspicacias.

Ese frío sentimiento
que a veces es llanto,
que a veces es hambre,
que a veces es yo,
chocando con mi yo
que se autodescubre libre.

Quizás ya admití,
ya di el paso para no querer cambiar
mi condición.

Debo conservarla
y desplegarla,
mejorarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario