21 mar 2013

Butler, Haneke y algo desde Yo, claro

En un esfuerzo por NO hacer de ésto solamente el muro de los lamentos de mi existencia y de seguir en la línea de unir los diversos temas que me conmueven e interesan, es que hoy en la mañana me puse a pensar en qué cosas nuevas tenía por comentar, dar vueltas y religar, claro, con la secreta esperanza que alguien las lea, le gusten o al menos,  quede curioso. En eso estaba, cuando se me vino a la cabeza mi brillante maestra, Judith Butler, perito y referente en teoría queer y asuntos de género. Ahora, pensaba que al hablar tan sólo de ella, me exigiría un rigor técnico en términos filosófico que quizás no sea el más atractivo, y cuando en eso estaba, miraba 'Funny Games' (en su versión gringa de 2007) del gran Haneke, célebre el último tiempo por su grandiosa 'Amour' y por otras como 'La Pianiste', así que lo hice el segundo factor de esta suma. Hasta aquí ya tenía dos asuntos sobre los cual explayarme, faltandome el infaltable: Yo y qué tenía que decir con respecto a todo esto; cómo le daría sentido al hablar de feminismo, de un grande del cine y de mi. 

Emprendamos la dulce y trabajosa empresa del sentido entregándome en las manos de Judith y Michael para que se hagan presentes en estos momentos en mi procesadora mente, motor de estos dedos que ahora les escriben.

Haneke trabaja temas muy íntimos que nos dan a entender que el tema político no se recluye netamente en lo  público, sino que por el contrario, Haneke sitúa las problemáticas y dilemas de sus personajes desde lo más intimo de sus hogares, en espacios clausurados, ahí donde la vulnerabilidad de su ser queda completamente expuesta y tan sólo ocurre, ocurre más allá de lo que pueda decir u objetar el juicio público. La realidad transcurre y los personajes realmente se muestran en esa realidad. Pienso en la 'disfuncional' sexualidad la profesora de piano de 'La Pianiste'; en la eutanasia de 'Amour' y en el crimen de 'Funny Games', por nombrar algunos ejemplos. Sin intermediar estos grandes juicios morales, de los cuales unos son tan asiduos, debemos de decir que, en Haneke, a estos son los más difíciles de llegar porque no están puestos como manual de principios. Haneke no impone moralidad.

Haneke, creo, da una lección de realidad, una realidad donde asuntos como la diversidad sexual, lo que significa vivir, el crimen, etc., expresandonos que primeramente son, son íntimamente humanos, luego, son objeto de juicios. Heneke se nos muestra nietzscheanamente, negando este moralismo absurdo que provoca re-negarnos en el ámbito de lo público, por eso deviene como uno de los grandes de nuestros tiempos, lo demuestra con magistralidad y con todo lo bello del cine manifestándose ahí al mismo tiempo. 

Ahora, tomaré a Butler desde esta idea de ser, de ser políticamente (ser en el mundo), sin mediar el absurdo juicio de los moralistas, juicio que solo crea contradicciones y polarizaciones, que no permite dilucidar realidades, y que nos afecta íntimamente en lo que somos y en cómo nos constituimos en, de y para el cosmos. 

Advierto que para mi todo lo que es objeto de discusión, movimiento y cambio es político, ergo, todo lo que es, es político.

Butler, en su extensa obra, nos da herramientas para dilucidar el ser, sobre todo de aquellos eternos excluidos de los parámetros de la normalidad, esos que se escapan de lo que muchas feministas llamarían 'el mundo hecho a la medida de un hombre adulto, blanco, heterosexual con dinero'. Bueno, aunque esto no es solo patrimonio de Butler, debemos de decir que lo logra con maestría, entre otras muchas cosas, porque al análisis clásico de la filosofía, se le suma las discusiones contemporáneas en psicoanálisis  visión más intimista de los asuntos, así como una firme postura de izquierda, de su homosexualidad y de su condición de mujer.

Al igual que con Haneke, no nos es posible caer en la primicia de que todos encajamos en los parámetros exigidos en este mundo hecho a la medida de 'un hombre adulto, blanco, heterosexual con dinero'. Tal cual la vida, a veces las cosas solo son y no debemos sumar esfuerzo en encasillarlas. Así, lo que transcurre en los más íntimos espacios, físicos o mentales, de nuestras vidas pueden empezar a condecirse y no confrontarse con ese mundo fuera de la puerta de entrada.

La teoría queer y de género de Butler; sus análisis, conclusiones y discusiones en torno a lo que significa la sexualidad y re-plantearse los espacios de la diferencia (que resulta ser el de la mayoría en el mundo), así como las lecciones que Haneke nos provoca con sus obras, me llevan a repensar la relevancia de plantearse en coherencia, sin juicios totalitarios y cegadores, frente a lo que es el mundo y lo que somos en él. 

Puede resultar de perogrullo repetir que debemos ser sinceros y coherente con lo que somos y mostramos, pero, a pesar de todo, se revela que difícilmente así son las cosas. 

Hay que luchar porque el los espacios políticos, los espacio dinámicos, sean espacios de real y fiel acontecer, no espacios donde lo que es se vea en la necesidad de relegarse en cuatro paredes que todo lo esconden.

Butler y Haneke dan para pensar la misión de honestidad que tenemos para con nosotros y nuestro mundo (lo uno, lo mismo y distinto), y a mi me dan para pensar en cómo dejar de encasillar (me), seguir fluctuando y pensar.


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