25 abr 2014

Ellas

Ella nunca tuvo los prejuicios que encierran a los amores de la noche, pero ella sí, aunque quiso suprimirlo por un tiempo.

La noche que se conocieron se reveló como un augurio del final en que ella no había pensado, pero el que ella había planificado.

Ella creía aún tener la vida, pero ella decía no tener tiempo.
Ella nunca fue obediente, pero a ella le gustaba ordenarle, exigirle, interrogarle.
Ella no quería terminar, tampoco estar a medias, pero ella creyó convencerla con un discurso de feminismo corporativo, de tiempo para su carrera y visitas en la madrugada queriendo perpetuar la esencia del primer encuentro junto a un compromiso tan superficial como su colección de poleras.
Ella quiso seguir bailando, ella no la acompañó en su danza.

La noche de excesos en que ellas se encontraron reveló que, como toda buena historia, ella nunca detendría su baile porque ella no tendría más tiempo que para eso.