19 may 2013

Sin nostalgia


Yo vuelvo a ti sobre montañas;
caminando frente al Cardonal;
llegando a Uruguay
que huele como la vida [a veces].
Te subo hasta llegar al Litre,
ahí me devuelvo,
y cuando voy de vuelta,
vuelvo a ti en libros y cachureos de vereda.

Yo vuelvo a ti sobre colectivos,
micros y mis pies.
Vuelvo sobre avenida Rodelillo,
casas quemadas
y falta de ganas de estar aquí.

Vuelvo a ti subiendo por Santos Ossa,
pensando “¿Quién puede vivir aquí?”

Vuelvo a ti jadeando.
Vuelvo a ti en bus.
Vuelvo a ti buscando el color que perdiste.
Vuelvo a ti sin romanticismos.
Vuelvo sobre tu olor y deforme figura.
Vuelvo a mirar los carros de O’higgins,
su olor me recuerda a la sirena que fue acuchillada al frente,
al lado de la farmacia,
a la vista de aquel vendedor de aceitunas
y de las extrañas ninfas de los cigarros paraguayos.

Vuelvo a ti cada vez que me voy.
Vuelvo a ti y voy por Victoria,
cuando llego al parque Italia me devuelvo,
o a veces voy hasta Rodríguez,
huelo la Mangiatta,
nunca tengo suficiente para hace más que eso.

Vuelvo sobre ese colectivo,
Hablo con colectiveros.
Una vida es muchas cosas
y en cuantas nos parecemos.

Vuelvo siempre al 22 ½.
Vuelvo con los profes.
Vuelvo con los eucaliptus
y sus estivales infiernos.

Vuelvo del plan al cerro,
llegando por Placilla.
A veces arranco,
pero siempre vuelvo
al igual que tus vientos.

Voy y vengo.
Voy y vuelvo.
Voy del plan al cerro;
del cerro al plan;
del 22 ½ con recorrido hasta Pudeto.

Vuelvo por una bolsa de plátanos a alguna bodega;
paso la plaza,
llegando al congreso
y miro con asco,
hiede como vereda del Cardonal
cuando en sus acequias
un ser menor se metamorfosea,
al igual que todas las criaturas nocturnas del lugar.
Me devuelvo
y nuevamente,
vuelvo sobre montañas,
siempre vuelvo
y sin nostalgia.   

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