Rasguña cuando no perteneces a ella
con aires heroicos

Tratas
lo intentas
en la ilusión de lo venidero

No estás en ella
simplemente
sin peros

Tan contraria a las ligerezas
calando
contradictorio a este mediato poema

La historia pesa
es el yunque de la existencia

Te aleja
no amalgamas con sus partes
lo pretérito en cualquiera de sus formas

ceros de fin de año

Como el acaecer de este lado

Vuelco hacía la nada

Seis días son ausencia

Esperando el todo solo en suspiros 

Esperando vacuidad en el agua 

Tornando insostenible 

Y sosteniendo 

Sostengo el aire

Los besos 

Timidez 

Miedo 

Tres años 

Quizás menos 

Pequeñas manos 

Pequeño todo 

Como occidente y sus riegos 

Repetitiva entre verborreas 

Repetitiva difusa 

Vengo a ser en el aire 

Vengo a ser para los besos, la timidez, el miedo 

Seré tres años luego 

Condensados en seis 

Los días que se fueron 

Volveré nada las manos y todo lo pequeño 

Me torno este lado del globo 

Me contorno 

Persigo a la estúpida bestia que nos acecha 

La del deber y debilidad 

Me persiguen de vuelta auroras 

Persistentes hasta el anochecer 

La musicalidad de tus silencios 

Contrasta con la tonalidad que ganaron mis dedos en tu piel 

Insuficiente a la mirada de los transeúntes 

Desprevenidos frente a nuestro sucinto espectáculo

Long story short

Te seguí porque la noche anterior fuiste tú quien me buscó.
Te seguí con la esperanza de no perderte en esos callejones enredosos como tu pelo en mis manos.
Te seguí, y aclaro que fue sin ánimos de acoso. Lo hice porque me lo pediste.
Te seguí porque frente a lo vivimos, optaste por la apariencia del olvido.

Y me lo pediste, insisto. "Sígueme mañana", me dijiste. "Opto por lo que no deseo", sentenciaste.

Te seguí y tu mirada me chocaba de reojo hasta que colisionaste con él en ese café.

mansplaining

me robó a Spinoza

intenta matar a mi joven Hegel

dice que hay patrimonios

yo en él veo adoctrinamiento

les quitó a Baruch

le ha de atormentar el cuerpo

nos dejó a René

nada generoso viene del patriarca

también sabía René de romper con los jefes

no quiero edificar sobre las cojeras del sistema educacional

entendió al saber como moralina

propio del Jefe

requiem

En la esquina de siempre, Pedro Montt con Uruguay. El producto de siempre: cigarros paraguayos. La precaria y sublime belleza de quienes los ofrecen. Sirenas atrapadas en la necesidad de una esquina, día tras día donde mismo, al lado del tipo con el carro de aceitunas.

Con mi usual curiosidad, paso, no recuerdo el día. Veo sangre y un  tumulto. La sirena más joven yace apuñalada, dicen que es autoinfringido, y dicen tantas cosas, yo me quedo con la sonrisa que siempre ofrecía, la que me atraviesa como un puñal en la memoria.

Lejos ahora estoy de ese lugar escurridizo, donde ni el tiempo ni la ley pueden hacer efecto alguno. La sirena muerta sigue rondándome, atormentándome como el olor de las frutas y elementos varios que se desintegran día a día en la misma esquina, en Pedro Montt con Uruguay.

Lejos estoy, y la sirena ya debe haberse perdido entre la tierra y los llantos de su entierro, rodeada por las otras sirenas de los cigarros paraguayos. 

My own personal Hitchcock

No he tomado descanso de aquella ventana; no me he distanciado de ella en todo este proceso, en esta ínfima agonía de un resfrío que me facilita este ocio carente de todo sentido.

Nada ha pasado, nada que evoque a Hitchcock. Nada, y yo continúo.

Márgenes

Traspasada

por un neutrino fantasmal y evasivo 

nadie se percató de cual era la justa medida de inocencia

al alero de las pérdidas

Cegada

por azulosos y candentes fuegos

arribó la insondable hibris 

y nadie escapa a la ironía de tal coincidencia

menos aún a su desencuentro

Fugaces se mostraron los astros pretéritos

(logran mantenerse siempre al margen)

separados por mil y un infiernos