22 may 2017

requiem

En la esquina de siempre, Pedro Montt con Uruguay. El producto de siempre: cigarros paraguayos. La precaria y sublime belleza de quienes los ofrecen. Sirenas atrapadas en la necesidad de una esquina, día tras día donde mismo, al lado del tipo con el carro de aceitunas.

Con mi usual curiosidad, paso, no recuerdo el día. Veo sangre y un  tumulto. La sirena más joven yace apuñalada, dicen que es autoinfringido, y dicen tantas cosas, yo me quedo con la sonrisa que siempre ofrecía, la que me atraviesa como un puñal en la memoria.

Lejos ahora estoy de ese lugar escurridizo, donde ni el tiempo ni la ley pueden hacer efecto alguno. La sirena muerta sigue rondándome, atormentándome como el olor de las frutas y elementos varios que se desintegran día a día en la misma esquina, en Pedro Montt con Uruguay.

Lejos estoy, y la sirena ya debe haberse perdido entre la tierra y los llantos de su entierro, rodeada por las otras sirenas de los cigarros paraguayos. 

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