17 feb 2014

El arañazo

"Como cuerpos bellos de muertos que no han envejecido y los encerraron, con lágrimas, en una tumba espléndida-con rosas en la cabeza y en los pies jazmines-,
así parecen los deseos que pasaron
sin cumplirse; sin que ninguno mereciera
una noche de placer, o un alba luminosa." Deseos, C. Cavafis.




Cuando Magenta_ se acercó sin mediar saludo y con algunos minutos de retraso, se dio cuenta que al final de la jornada sólo le quedarían unas líneas que dedicarle para intentar retenerla.
Magenta_ no era tan alta como había pensado. Su belleza permitía contemplar esa indiferencia que a ella la había seducido el primer día en que le habló. Cierto aire de tristeza, unas cicatrices de su anecdótica caída, voz profunda y una seductora manía de morderse el labio al finalizar cada frase, hacían del devenir de Magenta_ esa tarde, todo y más.
Magenta_ era Agustina, la que quiso iniciar la conversación con el hábito de recriminarle a ella asuntos que le debiesen haber sido propios de seguir el camino deparado por su familia, ruta a la que había renunciado hace bastante según le confesó una de esas noches de desvelo frente a la pantalla.
Cuando supo que Magenta_ compartiría ese inhóspito espacio-tiempo, ella no dudo en sugerir el fin del anonimato que las refugiaba. Con ingenuidad no propia, ella pensó que las posibilidades de romper con el encanto se acercaban, que debía dejarla ir con el peso de la realidad. Se lamentaría sobre el recuerdo de Magenta_ la viajera, acaecida vida, carne. Se lamentaría porque así no era solución para el olvido, y ella ahí, sentada frente al tumulto nortino, la vio desaparecer. Aquel mismo tumulto donde Magenta_ la reconoció con facilidad unas hora antes, en ese mismo la vio tornarse su anhelo.
Magenta_ la despojó de su acostumbrada verborrea, al mismo tiempo que ella notó un cierto esfuerzo para que la ironía mermara a medida que acontecía la sinceridad del adiós, a medida en que los caminos ya trazados con anterioridad se mostraban como nuevos rumbos a los cuales ni Magenta_ ni ella pertenecían, pero a los que debían tender.
Sólo "Chao rubia" y se inclinó para besarle la mejilla. A ella sólo le cupo desearle buen viaje al momento en que sentía al rojo intenso de esos belicosos labios propinarle un arañazo a lo más profundo de sus recuerdos.
*** **
Magenta_, cómo dejo de autoconvencerme que tal vez, en alguna de las múltiples posibilidades de este mundo, nuestras vidas dejen de buscar para poder encontrarnos.

Magenta_, allá se pierde tu sombra, allá vas para librar tu batalla, yo sólo quiero correr para alcanzar a Agustina, aunque también sé, debo largarme.

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